Juventud, divino tesoro

          Cuéntame qué pasó.

         Pues… ejataba con mis colegas en una peña… en las fiestas… y uno de ellos cogió un cinturón y le metió en la cara a uno que había allí.

         ¿Por qué le dio?

         Pues… porque sí

         ¿Y entonces?

         Pues… fuimos todoj los colegas a darle también.

         ¿Al que se había llevado el golpe en la cara?

         Si, claro.

         ¿Por qué?

         Porque se revolvió. Pero sólo le llegó a dar un puñetazo uno de mij colegas, porque cuando otro sacaba una navaja, llegaron “los puertas” y se lo llevaron para que no recibiera más.

         ¿Y a ti esto no te parece mal?

         Lo de la navaja… ¡es que dicen que yo la saqué y no fui yo!

(…)

         Entonces… ¿a ti te parece normal aplicar el ojo por ojo?

         Pues claro. Es lo más normal. Si atropellan a mi hijo, pues voy y les mato, por ejemplo – dice el chico, con un mohín orgulloso, de quien da por zanjado el tema.

 Os prometo que esta conversación es real, entre una compañera del despacho y un cliente menor de edad que ha venido hoy. Un adolescente españolito de a pie. Si algún día tengo hijos, les voy a tener encerrados hasta los 35. He dicho. Lo que hay allá afuera me da miedo.

 

5 comentarios en “Juventud, divino tesoro

  1. "pueblo pequeño, infierno grande"…. historias como esa son el plato de cada fin de semana en mi pueblo. Raro es el fin de semana que no acabe alguien con alguna sutura no deseada o con un cardenal de más… y es raro que superen los 22 años.
     
    Lo peor es la extraña sensación que tienes al pensar en un futuro no demasiado lejano… espero que el tiempo los calme…
     
    Ojalá.
     
    Saludos!!!

  2. Eso no tiene pinta de que vaya a cambiar hasta que no cambien la ley del menor y sea más estricta. Es un problema que se comenta cuando sucede cerca, pero cae pronto en el olvido, nadie hace nada por cambiarlo. Vela por que se haga justicia.
    Bechos y hasta la próxima entrega.

  3. Los pelos como escarpias, tú.
    Lo triste es que debería estar acostumbrado. Una comida con mis primas (viven en Parla, pertenecen a bandas juveniles, han pasado un par de veces por comisaría y tienen partes inconfesables de su cuerpo llenas de tatuajes… con 14 añitos) es de lo más \’instructivo\’.
    Aaaayyy

  4. Una amiga mía colombiana me dijo no hace tiempo: cuando tenga hijos no los criaré en España. Y su argumentación seguía casos de violencia injustificada como éste, la accesibilidad a las drogas, la locura en la conducción… Lo peor es que yo, poco a poco, empiezo a compartir su opinión.
    Saludos,
    Joan.

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