La cura del constipado

Cuando no duermo me constipo (entiéndase que me resfrío, por si pasa algún habitante de las Américas por aquí). Esta afirmación, que parece absurda y carente de cualquier rigor, es cierta como la vida misma. Dormir ayuda a reforzar el sistema inmunitario. A sensu contrario, no hacerlo lo debilita. ¿Y por qué? Porque no dormir genera estrés, el estrés genera cortisol (una hormona glucocorticoide que ya es vieja conocida mía) y el cortisol suprime el sistema inmune. Si la situación se hace crónica os podéis imaginar los estragos. En mi caso, lo crónico no es la falta de sueño pero sí el estrés. Por eso voy por la vida con un sistema inmune de merde. Y, por eso, cuando no duermo lo suficiente durante tres o cuatro días cargo con más estrés, el cortisol hace su trabajo y me constipo.

Todo este rollo medio científico para decir que esta semana no he dormido casi nada y ya estoy empezando a moquear y a notar la congestión. De que además estoy que me caigo de sueño mejor no hablamos. Y es que no hay como acordarte el domingo de que el lunes tienes una declaración a primerísima hora donde el viento da la vuelta y pasarte la noche en duermevela para asegurarte de que oyes el despertador y que el juicio del jueves te robe cada uno de los minutos de tu vida (y de tu sueño) en los tres días anteriores. Mano de santo para el estrés. Para sufrirlo, quiero decir. Qué el juicio haya empezado (y terminado) con unas tres horas de retraso no ha ayudado. Comer a las 17:30 tampoco. Y jugarte el trabajo de dos años a una carta ni os lo cuento. El bajón de adrenalina de después ha sido de los que hacen época. Y, aún así, la cabeza sigue sin parar. Repasando los detalles, las reacciones, la exposición. Aquí estoy, con la diadema de pensar (¿Que no tenéis diadema de pensar? ¿Y a qué esperáis?), el cerebro a 10.000 revoluciones y el cuerpo rogándole en todos los idiomas que pare de una vez. Menos mal que a base de ver Anatomía de Grey ya he aprendido que los síntomas de un infarto en una mujer son diferentes que en un hombre, porque si no esté dolor en el brazo me resultaría bastante más sospechoso. Para que luego digan que ver la TV no educa.

En fin, que quizá va siendo hora de desconectar. Ya no depende de mí y nada de lo que haga va a cambiarlo. Hasta una de las orejitas de la diadema (sí, mi diadema de pensar tiene orejas de gatito) se ha doblado y pide clemencia. El no ser casi capaz de mantener los ojos abiertos es buen motivo también. Todo sea por intentar dormir más de cuatro horas, reducir el estrés, evitar el cortisol y, si tengo suerte, esquivar el constipado. Fácil, ¿no? Tengo el Nobel de medicina al alcance de la mano.

Deja un comentario