Una cosa menos

La vida va de tomar decisiones. Algunas tremendamente sencillas. Otras, de calado e importancia sideral. Las hay que ni nos lo parecen de automáticas que son mientras que en otros momentos se atascan, se enquistan y ponen nuestra cabeza (o nuestro corazón) patas arriba. Luego están las que tomas pero revisas y repiensas una y otra vez para asegurarte de que estás haciendo «lo correcto». Y en esas estaba yo, repensando una decisión que tomé hace más de cuatro meses y que en su momento estaba convencida de que estaba grabada en piedra. Cuándo aprenderé.

Total, que con mi lista mental de pros y contras pasaba los días. Aumentando y reduciendo ambas columnas cada hora. Inestable, indecisa, perdida. Dispuesta a mantener lo decidido sin estar segura de que fuera lo mejor. Necesitaba una señal (qué épico suena eso), algo que me hiciese ver si el camino era el correcto. Y la vida se encargó de poner las pistas frente a mí; yo sólo he tenido que saber leerlas (que no es poco).

La primera fue hace un par de semanas. Sin pensarlo, sin quererlo, me descubrí disfrutando de aquello a lo que daba la espalda. Me pilló completamente por sorpresa y, en lugar de rechazarlo, abracé la sensación y me divertí. En gran parte es lo que echaba de menos. Pero como soy cabezota y cautelosa, entendí que no era suficiente y almacené ese sentimiento esperando su confirmación. Pasaron los días, mi cabeza se dispersó en mil quehaceres y lo dejé de lado. Hasta ayer, en que la pista que esperaba llegó en forma de pregón y camiseta de rayas. Fue como un bofetón de realidad con la mano abierta. Los motivos que me hicieron tomar la decisión siguen ahí y tengo que trabajar en ellos, pero hay TANTO más allá que los sobrepasa que no puedo dar la espalda al hecho de que mi decisión, mi elección no es la que debía tomar. Al menos no ahora. Me conozco y sé que en algún momento volveré a este punto, a pensar y a valorar si hice bien o si es lo que necesito. Es inevitable. Pero, hasta que llegue ese momento, puedo tachar este asunto de mi lista de tareas pendientes. Y qué bien sienta.

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